18
diciembre

Todo lo que no ha sucedido también tiene su historia

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El rey Juan Carlos trata de arrancar su mensaje navideño. Foto: Casa Real

Un equipo de la defenestrada televisión pública se desplaza hasta el Palacio de la Zarzuela. Recuerda a la noche del 23-f, pero no lo es. Dos cámaras, una productora y una periodista componen el equipo, junto a un fotógrafo de la Agencia Efe. Esta vez no se ha grabado previamente. El Rey no ha querido. Es 24 de diciembre y a las 21.00 horas Don Juan Carlos pronunciará el discurso de Nochebuena: el discurso del Rey. Televisiones privadas y algunas autonómicas lo emitirán en directo. El Gobierno había mandado, como es habitual, un borrador con el discurso que el Rey debe leer, plagado de tópicos y estupideces y que empezaba: “ Buenas noches. En Nochebuena, como cada año, me dirijo a todos vosotros para transmitiros mis mejores deseos de paz y felicidad…

A las 20.12 horas, el equipo de la popular televisión española está preparado en el salón contiguo al despacho real. Y en los jardines, dos unidades móviles: la principal, y una de reserva por si hay problemas, para producir la señal en directo.

A la productora le han llamado desde el Pirulí 27 veces. Todo está en orden. Aunque ha reparado que en el salón, a diferencia de otros años, no hay belén, ni árbol, ni tampoco retratos en la discreta mesita instalada al lado del sillón que debe ocupar el hombre que aparecía en los aquellos billetes de 5.000 y 10.000 pesetas.

A las 20.32 horas el equipo sigue sin notar presencia de vida en el salón: no escucha nada, no se siente nada. Trece minutos más tarde, cuando desde el Pirulí ya han llamo 37 veces, han comprobado el enlace. Todo está perfecto para la alta definición y el streaming, la novedad de este año.

20.57 horas: ya está operativo el enlace. A las 20.58 se abre una puerta, la de la derecha, en la estancia. Y aparece el Rey. No le acompaña nadie. Camina con dificultad, saluda uno a uno a todo el equipo. Se deshace de las muletas y se sienta en el sillón.

Suena el himno de España en los televisores, el que se oye antes de los partidos de la Selección Española, y la voz en off que anuncia el discurso.

El rey mira a la cámara. No dice nada. Impasible. barba de varios días, ojeras. Aspecto cansado.

Plano fijo, cámara 1. El rey mira a la cámara. No dice nada. Impasible. Por el objetivo de su cámara, el fotógrafo de la Agencia Efe aprecia barba de varios días, ojeras. Aspecto cansado. Sigue mirando fijamente a la cámara. No dice nada, dos minutos de emisión, ya. A los siete minutos se agacha ligeramente y saca de la bolsa de plástico de una tienda de barrio que llevaba al entrar a la sala un gurruño de papel de estraza. Dentro, parece una botella. No se aprecia de qué.

El Rey, ya recompuesto, sigue mirando fijamente a la cámara. Levanta lentamente el brazo derecho, muy lentamente y sin perder la mirada del objetivo bebe pausadamente. Baja el brazo y sigue mirando. Vuelve a levantar , muy lentamente, el brazo y da otro sorbo.

Y sigue mirando fijamente a la cámara. Parece imposible, pero cada vez más fijamente, como si se metiera en ella.

En La Moncloa, Rajoy, que se ha hinchado de dar créditos a la banca mientras practica todos los recortes, esta vez, sin embargo, no da crédito y llama a Jorge Moragas, su jefe de Gabinete quien se compromete a realizar unas llamadas “para ver qué está pasando”. Rubalcaba, desde su casa, está asombrado. Antes de llamar por el móvil se lamenta de que Rafael Sporttorno, jefe de la Casa del Rey, no le contara nada, dada su vieja relación que se inició cuando el diplomático fue la mano derecha del entonces ministro de Exteriores Javier Solana y, antes, de Francisco Fernández Ordóñez, en gobiernos de Felipe González. Cayo Lara, que ha pasado del discurso, se entera por una llamada. En Catalunya, Artur Mas, “lucina”, esto es, alucina, pero en catalán, y en el País Vasco, Iñigo Urkullu, cuando se entera, exclama: “harri eta zur gelditu naiz” que, quiere decir algo así como que está alucinando.

Los tuits se atropellan en el ciberespacio, como se atropella en el comedor de la Moncloa el presidente del Gobierno

A esas alturas, el Rey lleva mirando a la cámara fijamente 18 minutos y las cadenas que no habían conectado en directo se apresuran a emitir el mensaje, cortando sus huecos programas navideños. Los tuits y lines se atropellan en el ciberespacio, como se atropella en el comedor de la Moncloa el presidente del Gobierno, sin saber qué hacer, práctica habitual, por otra parte, para el presidente que se come, mientras pasa algo, otra cigala. En el Gobierno, solo Franco ha WuERTo se tranquiliza: el silencio ha impedido, al menos, que se lleve otra reprimenda real. Él es así.

Y el Rey, mientras, no varía su expresión cansada, su mirada fija ante la cámara, su profundo silencio.

Hace un frío que hiela la sangre y congela el corazón, para el que no lo tenga ya roto. En la calle Preciados, en Madrid, un grupo de hombres se acomodan como puede entre cartones. Uno de ellos, se levanta sigilosamente para no molestar al resto. Se dirige al escaparate de grandes cristaleras. Se para, mira el encendido televisor de plasma de 42 pulgadas 1080 HD 3D de la marca que patrocina al Chelsea de Fernando Torres. Le mira el Rey fijamente, que no dice nada. Por primera vez el Rey le mira fijamente.

Del bolsillo izquierdo del raído abrigo saca un tetra brik con la lentitud que solo permite el frío. Le da un sorbo, sin quitarle la mirada al Rey. Y otro, gesto que coincide con el de Don Juan Carlos.

A los 31 minutos de emisión, frente al escaparate de la tienda de Preciados ya se agolpa el resto de la cuadrilla. Ninguno de ellos está atónito, ni alucina, pero no dicen nada, saben que en este país, desde hace ya demasiado tiempo, opinar es un acto de indisciplina que está castigado con la pena capital. Pero piensan y resuelven que no se puede confiar en lo que dice alguien cuyas palabras no se le aparecen, mas el Rey calla y mira a la cámara fijamente, con sus ojos agudos clavados en sus ojos, su rostro cansado, con barba de varios días.

Los prebostes de la prensa están aturdidos y esperan la reacción de sus líderes ideológicos antes de pronunciar palabra alguna

Hoy no se trabaja en los periódicos, salvo los de las ediciones online. Desde sus mansiones, los prebostes de la prensa están aturdidos y esperan la reacción de sus líderes ideológicos antes de pronunciar palabra alguna y dar las órdenes oportunas, pese a que muchos de ellos, los que asistieron al almuerzo que una semana antes les había ofrecido el Rey en la Zarzuela, presumían de lo que iba a decir y todos se apuntaron que se lo habían sugerido ellos.

Mediocres tertulianos preferirán decir que, increíblemente, no vieron el discurso, que se tomaron unos días de vacaciones, para esperar la opinión del otro y secundarla o lanzarse a la yugular.

Y el Rey sigue mirando fijamente a la cámara.

Banqueros, antiguos y nuevos, defraudadores, empresarios sin escrúpulos que han a provechado la reforma laboral para despedir indiscriminadamente y mantener sus beneficios -que es para lo único que sirve la reforma-, aprovechados de los distintos regímenes, pelotas incluidos, conferenciantes episcopales, ladrones de guante blanco de látex, dirigentes y ex dirigentes de la patronal y otros del estilo sienten un recelo máximo que les ha paralizado. Algo no va bien.

Desahuciados por vivienda, trabajo, enfermedades y de lo que todo ello les ha sobrevenido no sienten consuelo

Las familias que aún tienen casas, añaden una leve sonrisa a las dignas cenas navideñas; afectados por todos los recortes posibles que este año han portado todas las pancartas  -hasta una que decía manifestación po(r)ética-creen que, pese al silencio real, alguien al fin les escucha.

Desahuciados por vivienda, trabajo, enfermedades y de lo que todo ello les ha sobrevenido no sienten consuelo, no lo pueden sentir ya nunca, pero no se irritan, al menos, por primera vez, al tratar de comprender.

Parados periodistas, afectados por eres, ertes y toda clase de injusticias laborales, trabajadores sociales, aquellos que esperan a ser llamados en bolsas de trabajo, opositores sin convocatorias, obreros, emprendedores con ganas y sin suerte, obligados por la situación a volver a las aulas, maestros, profesores, orientadores, médicos, enfermeros, empleados de banca, de hoteles, camareros, cocineros, policías, mossos, ertzainas que no arrean hostias por la cara a manifestantes –que los hay-, vigilantes de seguridad, jueces justos –que también los hay-, auténticos community managers, verdaderos arquitectos de páginas web…artistas, músicos, fotógrafos, gente del teatro y el circo, asestados por una puñalada mortal llamada iva…, los que ya saben que palabras como siempre, trabajo, esfuerzo, lealtad, justicia, confía en mí, quédate tranquilo… no tienen futuro, valoran la palabra silencio y esa mirada profunda.

Y el Rey, sigue clavando sus ojos a la cámara, sin decir nada.

El de la cuadrilla que llegó primero al escaparate de la calle Preciado, que mira el encendido televisor de plasma de 42 pulgadas 1080 HD 3D de la marca que patrocina al Chelsea de Fernando Torres sonríe, hace tanto tiempo que no lo hacía, y su sonrisa contagia al grupo. Alza el tetrabrik de vino de mesa y hace un gesto de aprobación y en silencio, como sigue el rey ante el objetivo, brinda por él y pasa el cartón.

¿Puede ser que alguien por fin entiende de qué va esto: de que los otros te mienten, los que dicen ser los tuyos, te engañan; pero en quienes confías plenamente te traicionan? De que no quedan palabras para contarlo.

De que ya está bien….

Ya está bien.

Ya está bien.

Ya

vale.

Uno de la cuadrilla lía el último cigarrillo, aliñado con minúsculos restos vegetales de lo que alguna vez pudo parecerse lejanamente a marihuana: la ocasión la merece y a estas alturas sabrán que por no ser otra triste Nochebuena.

(18-12-2012)

Comentarios en este artículo

  1. Quiero pensar que este brillante texto significa que estás ya recuperado del todo después de tanto tiempo? Es sencillamente genial. No nos podemos permitir que estés ausente tanto tiempo. Creo que al rey le gustaría hacer exactamente eso, pero no le dejarán. Magnífico relato

    Lola
  2. Este relato, está muy bien redactado, pero nada original. Toni Leblanc, ya lo hizo en directo en Television comiendose en silencio una manzana.Aunque es posiblemente apetecible que el Rey se prestara a un experpento como el redactado

    antonio sanchez bono
  3. Sencillamente brillante y conmovedor…Gracias por remover nuestras conciencias…Es tiempo de alzar la voz, en silencio

    Marmota
  4. Extremadamente silencioso y necesario para avivar conciencias dormidas y exhaustas.
    Sublime, yo también me quedaría «pegada al televisor»
    (confieso: he estado pegada a esta tableta)

    Sonia
  5. Increíblemente emotivo… y muy gracioso el amigo sanchez bono. El parecido entre lo que hizo Tony Leblanc y lo aquí narrado es el mismo que entre su comentario y el de cualquiera que ha escrito después de un artículo. Antes que nosotros, muchos lo han hecho antes, y eso no nos hace poco originales…

    Ref Siul
  6. Juan I., cada día llevas mejor enfilado el autobús. Un consejo: De banda sonora para la columna, «El Once» del Grupo de Expertos. Estángrabando con otro genio, Franco Battiato, así que también te servirá aquella de «E per un instante ritorna la voglia de viveré a una altra velocità…»

    El que apaga la luz
  7. Valiente, brillante y vibrante ejercicio de periodismo. Y como anticipabas, hubiera quedado mejor el rey haciéndote caso, para lo que dijo.

    Lourdes
  8. Sensacional. Muy bueno. Ojalá hubiera pasado y no el esperpento que paso. Eres el crack. Ponte bueno de una vez y atleti.

    Jota
  9. Amigo Juan Ignacio, como siempre, sensacional.Este maravilloso «cuento de Navidad», hubiera sido estupendo que en verdad hubiera ocurrido,dadas las circunstancias en que nos han metido.Habría sido un silencioso aldabonazo, pero más ruidoso que todas las algaradas habidas durante el 2012.Dudo que el que se autotitula el primero de los españoles,lo sea por ser el más solidario.Ni lo haría ni lo dejarían hacerlo. ¡Tienen mucho que perder!. Pero ha sido un «cuento de navidad» muy ilusionante y esperanzador…, pero un cuento. ¡ Enhorabuena Juan Ignacio !. Un abrazo. Espero tus noticias. Tu amigo Enrique.

    Enrique Olivares Castillo

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